Viaje al centro de la tradición

Diario de San Antonio de Areco

Google maps ordena salir de la ruta nacional 8, cruzar la via contraria y tomar la vieja ruta 8. La realidad no ofrece la posibilidad de cumplir esa orden. Al llegar al punto anunciado, la autopista sigue autopista, el cantero del medio sigue cantero del medio. Metros más adelante se deja ver en paralelo la vieja ruta 8 resquebrajada por el tiempo. La inteligencia artificial recalcula y manda a hacer un rulo dos kilómetros más adelante para agarrar la ruta provincial 41 y al fin encontrar la avenida Durand que conecta al pueblo.

El pueblo no tiene edificios. Los habitantes se alojan en casas centenarias de ladrillos a la vista, estilos retro futuristas o casitas con jardincitos al frente y lugar para el auto mediano. 

Hay dos plazas grandes, una  oscura y otra iluminada. Gente vestida de gauchos, con boinas rojas, bombacha, y pañuelos al cuello bajan de Toyotas corollas, o Fords rangers. En las afueras, que están a diez cuadras del centro, dos peones en ciclomotor llevan al trote dos caballos como estelas. Reseros motorizados. 

Hay museos, muchos museos, en un pueblo que se ve a sí mismo como un museo. Una casa común, que uno se cruza fácil en la Paternal, tiene un azulejo con la leyenda “la fachada de esta casa es un exponente puro (sic) del estilo funcional racionalista característico de la década de 1940”. Debajo, cuatro cerámicos con un dibujo de telar en las esquinas, anuncian: “Declarado LVGAR (sic) SIGNIFICATIVO por la Intendencia Municipal de San Antonio de Areco. 10 de noviembre de 2006”, y pegado sobre esto, un código QR. 

El sábado 2 de abril es una mañana de sol otoñal. Las calles están vacías. Llegando al blvd Héroes de Malvinas, emerge una masa de gente distribuida prolijamente en círculos concéntricos. Desde el exterior al centro hay: un arco de caballos y jinetes vestidos de gauchos, habitantes comunes, veteranos de Malvinas, coro de niños y niñas, abanderados de escuelas, monolitos con placas, un monumento  cubierto con una tela. 

El acto. Les niñes cantan una canción de Lerner y la Marcha de las Malvinas. El intendente dice que no hay que olvidarse de los veteranos el resto del año, que hay que saludarlos cuando se los cruza uno en un negocio, en una plaza. El veterano resalta que lo importante es que se hable de la gesta. La locutora tiene una carpeta azul que hace un equilibrio dinámico en su mano libre, leyendo el guión. Una señora de boina blanca de lana de angora circula como si fuera la mujer del intendente. Es probable que lo sea. Un gaucho se baja del caballo para recitar un poema con un guitarrero. Arranca pero tiene el micrófono apagado. Se acerca el sonidista, anteojos oscuros de vincha, le prende el mic. Arranca de nuevo. El poema gauchesco habla de un “loco de Malvinas” que va por el pueblo haciendo todas las cosas que hacen los locos de la guerra en las películas. Tira versos de golpes bajos y cierra, levantando la voz, “no es un loco de Malvinas, es un ex combatiente”. Entre aplausos, camina veinte metros y vuelve a subirse al caballo. Se cierra el acto con un minuto de silencio por el único muerto del pueblo en las islas. Solo se escuchan las bridas de los caballos. 

El río de Areco es muy peligroso. Hay carteles cada treinta metros que advierten no bañarse si no está el bañero. La silla del bañero, umpire del ahogamiento, está vacía. Pasa un nadador con un flotador de emergencia atado al pie. 

Museo de la usina. Rodeado de un jardín con esculturas en hierro de la virgen y un gaucho quijote cruzando un Puente Viejo de herrumbes, las salas albergan una vieja central telefónica, proyectores de cine, una imprenta, una avioneta construida por un autodidacta y copias de las cartas de soldado muerto en las islas donde pide que le envíen más comida porque a veces no les es suficiente.

El puente viejo unía el lado de las estancias con el pueblo. Fue reconstruido y se ofrece como un paseo obligado. Es una construcción simple que tiene unos cerámicos que dicen “Declarado LVGAR SIGNIFICATIVO por la INTENDENCIA MUNICIPAL (sic)”. El año de la leyenda está borrado por boquetes (¿balazos?).

Güiraldes. El Museo Güiraldes está unas cuadras fuera del pueblo. Parece un casco de estancia devenido museo.  Al entrar, hay una pulpería reconstruida sobre otra pulpería. Un cantinero mazorquero de cera ofrece un silencio siniestro detrás de la barra. En el patio hay restos de un molino y una Ermita de San Antonio de Padua con una imagen tallada en 1730. Hacia el fondo del lote, se erige el museo propiamente dicho. Un cartel advierte que fue construido por el ministro Bustillo a fines de los años 30, evocando las haciendas coloniales y que Ricardo Güiraldes “nunca vivió en el lugar”. 

Erótica de lo silvestre. En las salas del Museo Güiraldes hay fotos, pinturas y hierros con isologos de yerra. Unos originales de Soldi de sauces y ríos. Una vitrina que presenta bridas, boleadoras y rastras como un mapa de un BDSM gauchesco. Una lanza sobre una ventana. Entre las fotos, se destaca una de Güiraldes con su mujer, Adelina del Carril. Miran a la lente de Victoria Ocampo, tirados en el césped inglés de una de sus mansiones. Pero la foto más significativa es la de la espalda de Güiraldes debajo del agua de una pileta en Puerto (de) Pollensa. El reflejo juega con la posibilidad del nado desnudo. Una vitrina exhibe libros de su vida de viajero aristócrata. Gigante en la contrapared, se expone una obra en carbonilla de una espalda musculosa y un juego de telas mojadas que cubre pero no oculta las formas de los glúteos. Su autor: Hermenegildo Camarasa, pintor de Pollensa. El año: 1916.  Siguiendo hacia la parte inferior de otra vitrina, se exhibe un baúl Louis Vuitton marrón, original, donde Güiraldes hacía cargar sus cosas de viajes. 

Don Segundo Sombra es la última novela editada por Ricardo Güiraldes antes de morir al año siguiente. Tiene varias dedicatorias, la primera: 

A Ud. don Segundo. La última: Al gaucho que llevo en mí, sacramente, como la custodia lleva la hostia.

La fiesta de la Tradición comenzó a hacerse en 1939 en San Antonio de Areco a partir de un homenaje a Don Segundo Sombra. En 1984 la legislatura dictamina que Areco sea la sede fija del Día de la Tradición y establece la fecha del 1o de noviembre en homenaje al nacimiento de José Hernández, el otro escritor del mito gauchesco, nacido a 100 kilómetros de ahí en Chacras del Perdriel, hoy Villa Ballester. 

Eric Hobsbawm: La «tradición inventada» implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado. De hecho, cuando es posible, normalmente intentan conectarse con un pasado histórico que les sea adecuado.

Sigue Hobsbawm: (…) en la medida en que existe referencia a un pasado histórico, la peculiaridad de las «tradiciones inventadas» es que su continuidad con éste es en gran parte ficticia.

La pulpería. Con la caída del sol, la esquina del homenaje a los combatientes de Malvinas está desierta bajo la luz fantasmal del alumbrado público. Quedaron los arreglos florales celestes y blancos sobre el piso de las plaquetas inauguradas. La bosta de los caballos ya seca y pisada por las camionetas Hilux se confunde con el asfalto. El monumento tallado en madera, totem petiso, enfrenta hacia el fondo de su perspectiva una de las pulperías donde la gente se reúne a tomar cerveza, comer maníes, charlar de compras. Gauchos de boinas rojas ocupan una mesa al lado de cincuentones de chalecos y camisas rosas. En las paredes, botellas viejas, sifones, lámparas de kerosene y una foto de don Segundo Ramirez – el Sombra original- al lado de un afiche de La Fiesta de la Tradición de 1977. La gente buena del campo. 

abril/2022

UNA TETA PARA GANAR EUROVISION

Me he enterado por los conductores del podcast Europa Sin Fin, mi fuente de información del europop, que ya están los 14 semifinalistas españoles que buscan llegar a Eurovisión este año. Hay de todo. Por una cuestión de etaria, solo conozco a Azúcar Moreno (que ya estuvieron en Eurovisión hace 22 años – zombies? vampiras? insistidoras?-) y a Javiera Mena que hace de “estudiante de intercambio”. La canción de Javiera Mena es decididamente anémica, el típico caso de quien se va a España a lavar copas. Una pena.

Del resto, descartando las producciones y artistas que transmiten la emoción de un resumen de expensas (burocracia y decepción), quedan un puñado de canciones interesantes.

Al heredero le gustó VOY A MORIR de Luna Ki, que tiene un look de dominatrix que cobró el aguinaldo. No es época para sutilezas. Su canción dice “me he tomado una aspirina, ya no voy al cole y he quemado un coche”. Al final, calculadora, canta el estribillo en inglés, francés y español. Es pegadiza pero efímera. Ya no la soporto y faltan dos semanas para la final. 

Los favoritos por ahora son las gallegas Tanxugueiras con TERRA una canción de etnia globalizada y con unas voces que hacen de gaitas. No están mal y da para que hagan una buena performance, que es casi más importante que la canción. Sin embargo, les falta un poco de picante, un salto que desoriente.

Hay uno que se llama Rayden (como el del Mortal Kombat mal escrito). Tiene un video: es un banquete donde todos comen cosas en cámara lenta queriendo ser sexys pero parecen bulímicos en la gravedad lunar. Es una clásica canción nosográfica, taxonómica. Las estrofas son una enumeración de cosas. (“Al que quiere jugar con fuego, pero odia quemarse”, “Al de las medias tintas que busca cantar victoria, pero dí qué media tinta escribió una buena historia”) que explotan en el estribillo que otorga una acción, en este caso a llorar  A LA CALLE DE LA LLORERÍA, tal el título de la canción. Sería mi favorito sino fuera que existe Rigoberta Bandini. 

Bandini como el alter ego de Fante? Sí. Es un nombre artísitico? sí, figura como Paula Ribó en el documento.

La canción se llama  “Ay, mamá”. La primera vez que la escuché me pareció una mierda y la segunda me pareció genial. 

Tiene todo. Es una canción de maternidad y feminismo, sí, pero eso es una coyuntura fácil. Lo que posee, que el resto no, es que se abraza al pop desde el drama. DRAMA. El pop sin DRAMA es música de fondo. Raphael? Drama. Berlanga? Drama. Hasta Erasure se dió cuenta que el drama es la base del pop (acá Reynolds hubiese puesto “ethos”  para hacerse el que no pisa mierda).

Tiene tres ganchos que, en mi verde entender, la hacen muy candidata para Eurovisión. 1) habilita el tema de la maternidad sin renunciar al disfrute 2) tira una referencia hit: “Mamá, mamá, mamá / paremos la ciudad / sacando un pecho afuera/ puro estilo Delacroix” 3) apela al truco del coro masculino épico de batallas en imperios lejanos.

Investigando (gugliando) me entero que Paula/Rigoberta es una actriz de doblaje que a los 7 años hizo la voz de Caillou. O sea que no es la primera vez que la escucho. 

Estuvo sacando una serie de canciones en la pandemia. Algún periodista la llamó la “la Rosalía del indie”, en fin. Ya no hay talento para escribir sobre música (y estas líneas lo certifican). Probó cantar en inglés y en spanglish hablando de drugas y anhelos no muy abarcativos. De esos antecedentes hay que agradecer que se fuera más para el lado de “Perra” y no para el de “In Spain we call it Soledad”. 

La última noticia, de hace un día, dice: “El plan de Rigoberta Bandini para ir a Eurovisión: TVE le construirá una teta gigante en el Festival de Benidorm”. Denme la ciudadanía europea y una urna.

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TOP 5 DE INTENTOS DE SYNTH POP EN EL ROCK NACIONAL MAINSTREAM QUE SALIERON MÁS O MENOS BIEN

TOP 5 DE INTENTOS DE SYNTH POP EN EL ROCK NACIONAL MAINSTREAM QUE SALIERON MÁS O MENOS BIEN

5) Spinetta/ Paez : Follis Verghet (1986)

Un murmullo de robots o máquinas del tiempo dan lugar al ritmo de cabalgata tranquila con brisa de frente. Por arriba del ritmo, aparece la “épica Paez”: teclados por todos lados,  gala, harapos, unicornios. Por debajo, una guitarrita funky, el malentendido con que el rock nacional piensa lo “bailable”

La letra, cantada en el estilo Word Art de Fito, funciona. 

Una multitud que habla a la vez, que quieren saber, que buscan pistas hasta el anochecer. La presión logra que los secretos se revelen sin saber por qué y el narrador quede invadido hasta en su mundo interno ( “hay un tipo en mi cabeza que no sé quién es”). El destino se juega entre cuatro opciones: el futuro, la locura, el cine o “tus pies”.

El título de la canción es un juego de palabras con el cabaret  de los años locos parisinos “Folies Bergère”, porque siempre se está mirando a Europa como la liebre al faro del auto que acelera.

4) García/Aznar : Hablando a tu corazón (1986)

Al mismo tiempo que Paez y Spinetta sacaban su disco doble, Charly y Aznar grabaron un EP. Anotar esa brevedad consistente como otro gol de García, el mejor del Jurásico Nacional.

Es decididamente una canción de synth pop. La caga un poco el slapping de Aznar, pero ¿qué querés? por lo menos en la mezcla lo madaron debajo de los synthes. 

Y si bien el EP entero es imposible, esta canción quedó muy cerca de sonar como sonaba el mundo en ese momento. Con ganas, hasta ese pianito del final puede ser escuchado como un guiño al house. 

Parte de que sonara así es por la masterización de Ted Jensen, que ese año masterizó True Blue de Madonna, entre cientos de trabajos fenicios. 

3) Los Twist – Viéndolo (1985)

Un año antes que todos los demás, los Twist editaron “La Máquina del Tiempo” que venía con el “Twist de Luis” y “La Cueva de Alí” pero también con “Las Cárceles no dan más” y la que nos convoca: “Viéndolo” 

Viéndolo es Mondo Melingo, con Pipo interviniendo justo e Hilda Lizarazu cantando con la gelidez que pide la canción: 

“Me decís que esté callada

Que no haga caras raras

También quisiera verlo

Pero no puedo ver nada”

Dentro de un grupo que le cantó a la intoxicación desde la festividad y el hedonismo en vez de la sobreactuación yonqui o los infantilismos de “doble sentidos”, en “Viéndolo” eligen experimentar con las formas. Claramente es una canción por fuera de la estética de Los Twist, sin embargo es claramente parte del núcleo de la banda. 

La revelación mística como trampa del narcisismo. Divino.

2) Luca Prodan / Andrés Calamaro – Años (1986)

Visto desde ahora, 1986 fue un momento intenso para el país. Campeones del mundo con el mejor Maradona en la cancha, y el fuego de la primavera alfonsinista todavía caliente (la ley de divorcio debatida con fuerza, el proyecto de trasladar la capital a Viedma) aunque declinando antes de morir (inflación, paros generales).

Es también el año de Chernobyl y la tensión entre el avance tecnológico que se vuelve contra la humanidad.

Un día de ese año, se juntaron Luca y Tom Lupo. Tom dijo la frase sobre que el tiempo pasa y nos vamos volviendo tecnos a cuento de una idea lacaniana de que el hombre emocionalmente es el mismo desde hace dos mil años, que lo único que avanza es la tecnología (una idea que quizás murió junto al siglo 20). 

Luca quiere grabar el cover de “Años”. Lo llaman a Calamaro (Andrés) y lo graban en un día. 

El cover de “Años” se arma a partir del hackeo de quitar “viejos” para poner “tecnos”, todavía en la idea de que tecno es progreso, algo que también murió con el siglo pasado, cuando se murió el futuro. Hay que reconocerle a Andrés que supo ser un buen interlocutor en ésta y el armado synthpop le gana a la usual obviedad de la distorsión rockera. 

1) Sergio Denis – Te quiero tanto (1986)

De toda esta lista, Sergio Denis es el único que llevó su synth pop a la masas, al pop cuali y cuantitativo. Entendió que esos nuevos sonidos podían ser usados para la música popular, quitandoselos a las cortinas de programa de tele y a la moda.

“Te quiero tanto” está en el disco “Imágenes”, que se editó también en el 86. 

Es difícil hablar de una canción tan escuchada, pero vale la pena oirla “por primera vez” desde otro contexto. Tiene todo lo que un hit tiene que tener. Arranca la frase que la nombra y sube. Sube y no para de subir hasta salir del primer estribillo con un solo de saxo que es casi una eyaculación – digamos todo-. 

La canción dura 3:29 y tiene sus dos primeros tercios tan intensos y perfectos, que todo lo que ocurre después de los 2:40 es un largo fade out para reponernos. 

La letra también es interesante. Quizás previendo la decadencia de la primavera alfonsinista, Sergio insta a “hacer el amor con alegría” en un intento de no perder el impulso vital. Contrasta muchísimo con la forma en que la sexualidad se expresa hoy en la música popular: un campo de consumo, instrucciones o beneficios secundarios.

Hay también en la letra un espacio para la oscuridad. El narrador “se transforma en luz cuando la luz llama a tu puerta” ¿Qué era, qué lugar habitaba antes de transformarse en luz? Esa sospecha de un ente complejo se manifiesta dos versos despues: “Y soy el negro brillo de tu pelo, que cae en la tibieza de tu falda”. El negro brillo, la luz opaca. 

Por último, hay un juego interesante entre oposiciones no tan obvias: Aventura/Realidad-Ternura,  Libertad/Esperanza. Oposiciones que lejos de anularse, se vuelven sinérgicas.

Y llega la imposibilidad, la caída del mito de la completud: “la vida que me das y no me alcanza (y repite): no me alcanza”.

¿Cómo sale de ese embrollo el narrador? Sale con un “tratemos”. “Tratemos de vivir con fantasía”. La hiperinflación ya se huele, la Ley de Obediencia debida y de Punto Final van a salir a fin de año, el HIV se propaga.  Es el último baile en mucho tiempo: los goles de Maradona y el  synth pop como un velorio vital de un tiempo de exacerbaciones. Por eso no es “Te quiero” es “Te quiero TANTO”